Maternidad

Las madres y la culpa

No es algo nuevo, lo sé, pero necesitaba escribirlo.

Todos los días me topo las madres y la culpa.

LA CULPA.

Después de hablar del día de la mujer trabajadora con mi marido le dije:

«dudo mucho que un hombre se vaya a trabajar, después de tener un bebé y se sienta culpable por no poder estar en casa con su mujer y su hijo. Creo que las madres siempre nos sentimos más culpables, siempre».

Él me dijo que estaba generalizando y que se había sentido culpable en ocasiones. 

Las madres y la culpa

Ya sé que no todos los hombres son iguales, pero el temita de la culpa es muy de madres.

La culpa es un leitmotiv en la vida de las madres.

En ocasiones nos sentimos culpables por no dedicarles más tiempo a nuestros hijos, por no jugar con ellos tanto como quisiéramos, por irnos de fin de semana lejos de los nuestros, por estar en el trabajar fuera o dentro de casa, por no dedicar tiempo a la pareja, por no tener la casa ordenada, por no haber quedado con esa amiga a la que no coges el teléfono, por no haber ido a comprar comida y que la nevera esté vacía, por darle un paquete de galletas a tu hija en vez de un bocadillo más saludable…

(Lo sé, quizás exagero pero no escucho hombres sentirse culpables…)

 

madres culpa

 

Creo que en ningún momento de mi vida me he sentido tan culpable y tan juzgada en las decisiones.

Solo falta que llegue un estudio de la universidad de Londres para decirte que la culpa de que tu hijo esté gordo, la tienes tú. Evidentemente. Pero también la culpa puede ser de la vorágine de los días, del nivel de autoexigencia y perfeccionismo que impera en nuestra sociedad, de nuestro masoquismo al compararnos con otras madres, del reparto desigual de las tareas domésticas, de la incomprensión social de lo que conlleva picar piedra para criar hijos con la cabeza amueblada para soportar una sociedad tan cambiante, de la falta de políticas que apoyen la crianza, de los horarios interminables…

Nunca antes nos habíamos enfrentado a tantos inputs, a tanta información sobre cómo debemos criar y sentir.

A tantas corrientes de educación, a tantos profesionales que comparten su visión sobre la mapaternidad. Podemos vernos como madres tigre, madres medusa y madres helicóptero, podemos ser el tipo de madre que queramos ¡nunca había sido tan fácil!

Domesticar la culpa para ser felices

Cuando hablo con algunas amigas sobre el día a día de nuestras vidas, te das cuenta que la carga de estrés y la infinidad de tareas que realizamos automáticamente 24/7.

La angustia de no llegar a todo es común en todas las madres, siempre hay algo que se te escapa por mucha agenda que uses y la sensación es general, faltan horas para poder realizar todo.

 

 

No hay dos maternidades iguales y esto es un proceso de adaptación para todos.

Pasar de ser 2 a ser 3 (4, 5, 6…) conlleva una pérdida de libertades, al menos durante la primera infancia. Esa es mi opinión, tener un hijo supone muchísimas cosas buenas, para mí ha sido lo más grande que he hecho en mi vida pero me ha frenado a nivel profesional.

Yo decidí frenar para criar, ni mejor, ni peor. Admito que nunca había sentido tanta creatividad y me embargaron muchos sentimientos contradictorios por querer hacer muchas cosas y en otras ocasiones frustración por sentir que avanzaba a nivel profesional.

Ahora digo a todas las madres que me rodean que hagan lo que sienten, que inicien proyectos cuando quieran, que busquen tiempo para ellas… Sé que años atrás me costaba horrores delegar pero con el tiempo he aprendido a soltar.

Soltar es algo que tampoco nos enseñan pero todo llega…

Tareas invisibles de las madres y gestión del tiempo

Hay ocasiones que el reparto desigual de tareas conlleva broncas, al menos casi todas las casas que conozco.

Las tareas del hogar son invisibles, lo mismo sucede con la sincronización de agendas escolares, gestión de las vidas de los pequeños y además de nuestras vidas. Así te das cuenta que el fin de semana tiene dos días y debes hacer un encaje de bolillos si quieres que todo funcione.

Si no tienes ayuda doméstica en casa, la cosa se complica porque el poco tiempo libre que tienes, no quieres estar limpiando y poniendo lavadoras como una posesa.

Así que en mi casa, los fines de semana son para disfrutar, no para volverme loca con MarieKondo ni para ir al súper a cargar la despensa. Voy a golpes de aspirador y lavadoras y mi marido se encarga de meterse en la cocina. Desde que trabajo no puedo estar tocando todos los palos, así que hay una organización pero no siempre es como me gustaría.

Lo que he aprendido en estos casi 7 años de crianza

He tenido mis más y mis menos durante todos estos años. Días de frustración por ver que las cosas no salían como esperaba, días bonitos en los que todo fluye y te sientes bien, días en los que todo te queda muy grande…

He aprendido a simplificar. He aprendido a no exigirme tanto y a dejar de ser tan controladora. Considero que la perfección no existe aunque me ha costado asumirlo. Las rutinas son necesarias pero si un día se gira el asunto y no quieren ducha, no pasa nada, no matan a nadie. Que un día vamos a merendar y se cena regulín pues pa’lante.

No soy la peor madre del mundo si he negociado 20 rabietas y he terminado tirada en el sofá diciendo «hoy no puedo más».

 

maternidad y culpa Julieta Otero

 

La crianza nos regala muchísimos aprendizajes, no dejemos que los remordimientos y la culpa nos machaquen. Siempre habrá alguien que te juzgará y lo hará mejor que tu, pero no seas tu peor enemiga, los días de mierda son días para ser una mejor versión.

Os dejo con este vídeo, algo tiene que ver con la maternidad, aunque es exclusivamente sobre la vulnerabilidad. Es una de las ponencias de Ted que más me ha gustado.

Somos vulnerables y no pasa nada. Tenemos muchas cosas buenas en nuestra vida, así que dejemos de ver lo malo, aunque a veces cueste un montón. Seamos conscientes que la vida se nos escapa, hagamos un trabajo interior y liberemos nuestra culpa, podéis enviarla con libertad total a la mierda.

 

He descubierto, que tenemos que dejarnos ver, que nos vean vulnerables. Hay que amar con todo el corazón aunque no haya garantías. Y esto es muy difícil, y puedo decirlo como madre, esto puede ser extremadamente difícil. Ejercer la gratitud y la dicha en esos momentos de terror cuando nos preguntamos «¿Puedo amarte tanto? ¿Puedo creer en esto tan apasionadamente? ¿Puedo enojarme tanto por esto?» Me puedo detener y en lugar de ser catastrófico decir: «Simplemente estoy muy agradecido». «Porque estoy vivo, porque sentirse vulnerable significa que estar vivo». Y por último, creo que es más importante creer que somos suficientes. Porque cuando funcionamos desde la perspectiva «Soy suficiente» entonces dejamos de gritar y empezamos a escuchar. Somos más amables con las personas que nos rodean y más amables y considerados con nosotros mismos.

 

 

¿Y tú cómo llevas la gestión de la culpa?

¡Espero tus comentarios!

 

Otras lecturas interesantes:

«Nosotras tenemos la culpa» by Laura Freixas

Culpabilidad, empatía y maternidad by Diana Oliver

 

Madre de dos fieras. Risueña y soñadora. Gracias a mis hijos estoy aquí y gracias a vosotras sigo escribiendo. Así que hasta aquí puedo leer que las bios no son lo mío. ¿Te ha gustado el post? ¡tú comenta lo que quieras que yo prometo contestar! Si te apetece comparte ¡así me ayudas a llegar a más gente! Que tengas un feliz día ;)

One Comment

  • Michelle

    Jamoni, me quedo con domesticar la culpa… me parece muy buena tu reflexión, porque el otro día leía que un padre por muy poco se siente buen padre y una madre, por muy poco, se siente mala madre (creo que lo compartió Jaione de @nirosaniazul) y no puede ser más cierto. A veces hay que decir NO a pensar en la culpa, a sentirse culpable…

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *